B.- Domingo 5 Ordinario


Jb 7, 1-4.6-7

Sal 146

1 Co 9, 16-19.22-23

Mc 1, 29-39

 

 

             En la primera lectura Job nos revela unas experiencias propias de todo hombre, que también nosotros vivimos:

. - Lo rápido que pasa la vida. Parece que la Navidad fue ayer y ya estamos a las puertas de la cuaresma, la Pascua llegará en un suspiro, los exámenes, las vacaciones, el nuevo curso… Cuantos más años cumplimos, más rápida nos pasa la vida.

. – La mayor parte de nuestra vida es rutinaria: suena el despertador, nos aseamos, desayunamos, cogemos el coche o el autobús, al trabajo o a la escuela, … aunque no nos paremos a pensarlo, pero vivimos en un permanente día de la marmota.

. – La mayoría de las cosas que hacemos es por obligación, como si vivir fuera un trabajo: ahora tengo que hacer esto, tengo que hacer lo otros. Qué pocos espacios de libertad hay en nuestras vidas.

 

            El Evangelio, en cambio, nos presenta un día cualquiera de la vida de Jesús.

. – Predicando de sinagoga en sinagoga y conociendo a gente diversa.

. – Curando enfermos de distintos males, en un combate permanente con el mal.

. – Conversando del Padre con sus discípulos.

. – Levantándose pronto para rezar.

. – Con una libertad grande, sin ataduras.

 

            La segunda lectura nos muestra el camino para pasar de vivir nuestra vida como la primera lectura a vivir una vida plena, como la de Cristo en el Evangelio, a vivir nuestra como una vocación.

. – Si, como en la primera lectura, ponemos en el centro de nuestra vida el trabajo, los afectos, los proyectos, y ponemos la vida de fe, la comunidad, la misión como un elemento más, un elemento secundario, eso no nos salvará y se convertirá en una carga más, una rutina más.

. – Si vivimos la fe, la comunidad, la misión porque nos da un gustirrinin, en eso mismo tendremos la recompensa mientras dure, porque el gustirrinin se acaba.

. – Pero si el Espíritu nos hace ver y nos lleva a vivir que la fe, la comunidad, la misión es nuestro verdadera labor y que el resto se nos da por añadidura, entonces descubriremos la alegría de poder hacerse todo con todos y vivir de los inmensos bienes del Evangelio como los vivió san Pablo.

 

La Palabra de hoy nos plantea una pregunta: ¿Cómo vives tú tu vida de fe hoy”. ¿Cómo una carga, como una rutina? ¿La vives por el gustirrinin que te da o estás en crisis porque ya no sientes ese gustirrinin? ¿O el Señor te permite vivir del Evangelio?

      

            Poniendo a Cristo en el Centro, viviremos el Salmo que hemos proclamado. Nuestra vida será una eucaristía, una acción de Gracias y una invitación a los que nos ven “Gustad y ved que bueno es el Señor. Dichoso el que se acoge a él”. 

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