Tiempo Ordinario – Año Par - Viernes 26ª semana




Jb 38, 1.12-21; 40, 3-5
Sal 138
Lc 10, 13-16.
 
            Seguimos proclamando esta semana el libro de Job un personaje que es considerado modelo de “Paciencia”. Pero si leemos el libro, Job no para de interpelar a Dios, de quejarse, de pedir a Dios una respuesta a sus sufrimientos.
 
            Job es un modelo de “paciencia”, pero la paciencia no es lo mismo que la “resignación”.
 
            La “paciencia” nace del reconocimiento de que no somos Dios, de que Dios es Dios. Pero este Dios es infinitamente más inteligente que yo, más sabio que yo, más poderoso que yo; pero también, infinitamente más bueno que yo, que ama muchísimo más que yo. Por ello, lo realmente importante que Dios sea Dios.
            
            Apoyado en esta fe, el “paciente”, Job, espera que Dios responderá, que Dios hará justicia, y no se cansa de rezar, de pedir. El paciente sufre, pero con un sufrimiento lleno de fe, de esperanza, de certeza del amor de Dios, y de oración. 
 
            Esta fe, esta esperanza, esta certeza se reflejan en el Salmo de hoy: Dios nos conoce en lo más profundo de nuestro ser y nos educa, nos guía, para que no nos apartemos de su camino, el camino que lleva a la Vida Eterna.
 
            El Evangelio de hoy nos invita a abrir nuestros ojos para ver las obras, los regalos que el Señor obra en nuestras vidas y abrir los oídos a su Palabra que nos hace discípulos suyos, que nos da una unión y una identificación grande con él: “Quien a vosotros recibe, a mí me recibe”.

Comentarios

  1. Job es una palabra enorme para mí y doy gracias por ella, porque esperar en el Señor es un don del cielo que, en medio de los sufrimientos y tribulaciones, te introduce en la paz.

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