Tiempo Ordinario – Año Par - Miércoles 27ª semana
Gal 2, 1-2.7-14
Sal 116
Lc 11, 1-4
En la 1ª lectura San Pablo nos revela un momento extraño de su historia. Él, que ha perseguido a los cristianos, que es el último de los apóstoles, que conoce muy bien sus debilidades, él que ha sometido todo lo que hace a Pedro, … él tiene ahora que regañar a Pedro, al primer Papa, al que es cabeza de los Apóstoles.
Jesucristo ha hecho una historia de Salvación con Pedro: ha hecho que Pedro se conociera a sí mismo, mostrándole su pobreza, su debilidad, su pecado, que por miedo es capaz de negar a Cristo, y le ha mostrado su amor gratuito, su perdón, su elección.
Y Pedro ha recibido el Espíritu Santo y ha experimentado la fuerza y la valentía que le da ese Espíritu. Pero eso no significa que la conversión sea de una vez para siempre. Pedro necesita convertirse cada día, como todo cristiano, y que le llamen a conversión, aunque sea el último de la fila, aunque sea una burra como a Balaam.
El Evangelio nos recuerda que necesitamos pedir cada día poder reconocer a Dios como Padre, desear y trabajar para que venga su reino, pedir perdón y perdonar porque estamos todavía en camino, estamos todavía en lucha y podemos sufrir derrotas, aunque la victoria final esté asegurada.
El Salmo, se une a la petición del Padre nuestro de que sea santificado el nombre de Dios, de que todos los pueblos y naciones, todos los hombres puedan conocer su amor y puedan unirse en la bendición porque es fiel y nada puede apartarnos de su misericordia.
Sal 116
Lc 11, 1-4
En la 1ª lectura San Pablo nos revela un momento extraño de su historia. Él, que ha perseguido a los cristianos, que es el último de los apóstoles, que conoce muy bien sus debilidades, él que ha sometido todo lo que hace a Pedro, … él tiene ahora que regañar a Pedro, al primer Papa, al que es cabeza de los Apóstoles.
Jesucristo ha hecho una historia de Salvación con Pedro: ha hecho que Pedro se conociera a sí mismo, mostrándole su pobreza, su debilidad, su pecado, que por miedo es capaz de negar a Cristo, y le ha mostrado su amor gratuito, su perdón, su elección.
Y Pedro ha recibido el Espíritu Santo y ha experimentado la fuerza y la valentía que le da ese Espíritu. Pero eso no significa que la conversión sea de una vez para siempre. Pedro necesita convertirse cada día, como todo cristiano, y que le llamen a conversión, aunque sea el último de la fila, aunque sea una burra como a Balaam.
El Evangelio nos recuerda que necesitamos pedir cada día poder reconocer a Dios como Padre, desear y trabajar para que venga su reino, pedir perdón y perdonar porque estamos todavía en camino, estamos todavía en lucha y podemos sufrir derrotas, aunque la victoria final esté asegurada.
El Salmo, se une a la petición del Padre nuestro de que sea santificado el nombre de Dios, de que todos los pueblos y naciones, todos los hombres puedan conocer su amor y puedan unirse en la bendición porque es fiel y nada puede apartarnos de su misericordia.
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