Tiempo Ordinario – Año Par - Viernes 28ª semana


Ef 1, 11-14

Sal 32

Lc 12, 1-7

 

            La 1ª Lectura nos recuerda hoy que hemos sido sellados con el Espíritu Santo. No se trata del sello que se pega en el sobre de las cartas. Se trata de la señal que deja el tampón, la marca que nos indica quién es el autor o el propietario de un mensaje, un edicto, o de cualquier realidad. 

 

Somos obra del Señor. Él nos ha elegido y la elección de Dios es para siempre, porque Él es fiel. Él nos ha rescatado con su sangre y nos ha sellado con su Espíritu. Somos propiedad del Señor. “El que no tiene el Espíritu del Señor no le pertenece (no es del Señor)”. Nosotros pertenecemos al Señor, no nos pertenecemos a nosotros mismos.

 

            Y un signo de la presencia del Espíritu, lo proclama el Evangelio, es la libertad interior, la libertad de los hijos de Dios. A diferencia de los fariseos que son esclavos de la aprobación de los demás, porque viven bajo el miedo de ser rechazados, de quedarse solos, quien se ha encontrado con Cristo, quien ha conocido la verdad, quien sabe que lo único importante es vivir el amor de Dios y que él cuida de nosotros, es libre: “la verdad os hará libres”. Libres para vivir una relación verdadera con los demás.

 

            Si tenemos miedo a Dios, no podemos amar a Dios. Si tenemos miedo a los demás, a lo que opinen de nosotros, no podemos amar a los demás. El amor y la hipocresía no pueden ir juntos.

 

            Con el Salmo nos admiramos y le damos gracias a Dios por su elección y porque su Palabra es sincera, siempre nos dice la verdad porque nos ama.

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