Tiempo Ordinario – Año Par – Jueves 32ª semana
Film 7-20
Sal 145
Lc 17, 20-25
La 1ª Lectura nos presenta el caso de una injusticia debida a unas estructuras que permitían la esclavitud y perseguían y castigaban a los esclavos que huían.
Ciertamente hay que trabajar por cambiar esas situaciones que son fuente de injusticias y sufrimientos. Pero no basta; muchas veces se da la vuelta a la tortilla para que todo siga igual. Mientras no haya un cambio en el corazón del hombre, que es la fuente de las injusticias, seguirán apareciendo.
La auténtica justicia se da cuando el corazón del hombre se abra al reconocimiento de que tenemos un mismo Dios y Padre, que es Amor y Comunión, y que todos somos iguales ante él, todos llamados a ser su imagen y semejanza, a ser y tratarnos como personas, a la comunión, a una auténtica fraternidad.
No hay que esperar una salvación que venga de fuera para salvarnos de unas esclavitudes externas, como los fariseos en el Evangelio. Ellos estaban ciegos a sus propias esclavitudes internas. Ellos se creían hijos de “Abraham” y presumían que nunca habían sido esclavos. Jesús les recuerda que todo el que comete pecado, todo el que no ama, es un esclavo.
Por eso “si os dicen que el Mesías está aquí o allí, no lo creáis”. ¿O esperas todavía un Mesías que venga a arreglar lo de fuera? El reinado de Dios empieza de dentro, cuando Cristo somete a los faraones internos, crucifica con él los pecados, y te da la libertad de los hijos de Dios. ¿Cómo creer en que el Reino de Dios es posible, si no lo has vivido dentro de ti?
El Salmo canta la justicia de Dios y nos invita a confiar en Dios y a remitir nuestra justicia a Dios.
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