Adviento 3ª Semana Jueves


Is 54, 1-10

Sal 29

Lc 7, 24-30

 

            Estamos en la 3ª semana de Adviento, en la espera de la venida del Señor. En esta semana de las figuras que simbolizan el adviento: los profetas (especialmente Isaías), Zacarias, Isabel, José, María, … la palabra de Dios se centra en Juan el Bautista que es el encargado por Dios de prepararnos para que podamos reconocer y acoger al Mesías.
 
            Es muy importante escucharle porque, como nos recuerda Jesús en el Evangelio, quien le acoge a él, acogerá también a Cristo; el que no le escucha, tampoco podrá reconocer y acoger a Cristo.
 
            Juan el Bautista es como la síntesis, el culmen de todos los profetas cuya misión es iluminar toda nuestra vida, especialmente los momentos de prueba, de sufrimiento, de humillación, haciéndonos ver su sentido: como una preparación para hacernos pequeños, para que podamos encontrarnos con el amor de Dios, con la salvación, con el perdón que viene a traernos Cristo.
 
            La primera lectura que hemos proclamado es de una parte del profeta Isaías llamada el Libro de la Consolación. Adviento es el tiempo de la Consolación. ¿Qué es la consolación y cuándo se da?
 
            Tomemos el ejemplo de un niño que se ha portado mal. Su padre le regaña y le manda a la cama sin cenar. Y cuando está en la habitación, llorando, viene su madre, le dice que su padre le corrige porque le quiere, le da un abrazo y le trae algo calentito.
 
            Nuestro Padre nos corrige, pues quiere que vivamos felices no sólo en esta vida sino en la vida eterna. Dios sabe que lo que realmente nos estropea no sólo esta vida, sino la vida eterna, es el orgullo que nos aparta del amor de Dios y de los demás. 
 
A través de las cosas que nos hacen sufrir, que nos humillan, podemos descubrir nuestra nada, nuestra pobreza, que somos estériles (sin hijos, sin vida, sin obras). Para que le pidamos y él pueda regalarnos el don de la humildad que es el que nos abre al amor de Dios y de los demás. 
 
El salmo nos invita a bendecir al Señor por sus obras, por su corrección y por su consuelo, este consuelo que podemos vivir en la eucaristía en la que Jesús viene no sólo a nuestro encuentro, sino darse como alimento.

Comentarios

Entradas populares