Adviento 3ª Semana Viernes


Is 56, 1-3.6-8
Sal 66
Jn 5, 33-36
 
            La figura de Juan el Bautista sigue invitándonos en esta 3ª semana de Adviento a preparar el camino al Señor, aceptando su invitación a la conversión.
 
            La conversión empieza por dejar que el Señor cambie tu mentalidad, tu forma de pensar, de ver y de valorar las cosas, los hechos, las personas.
 
            Corremos el peligro, como los escribas y fariseos, de pensar que eso de la conversión no va con nosotros; los que se han de convertir son los de fuera. Nosotros ya estamos convertidos, ya somos hijos de Abraham, hijos de Dios, ya somos cristianos.
 
            Pero… ¿de qué nos sirve todo ello si no descubrimos y vivimos cada día, día a día, la alegría de vivir en la casa del Padre, de gustar y ver qué bueno es el Señor, y deseando y trabajando para que todos conozcan y vengan a vivir y disfrutar del amor del Padre?
 
            Juan, una lampara que no es la Luz pero que da testimonio de la Luz, nos invita a no estar ciegos, a ver y a recordar toda la paciencia, la misericordia, la ternura que el Señor ha tenido con nosotros y todas las obras de curación, de sanación, de salvación que ha hecho en nuestro favor.
 
            Aceptemos y llevemos a la Eucaristía la invitación que nos hace el Salmo: a desear que se revele la salvación a todos los pueblos a fin que todos los pueblos alaben al Señor. 

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