Domingo I Cuaresma 2023
Gn 2, 7-9; 3, 1-7.
Sal 50
Rm 5, 12-19
Mt 4, 1-11
En esta cuaresma, el Espíritu nos llevará al desierto para ser tentados. Parece una contradicción, pero necesitamos ser tentados. Sin la tentación nadie se salva. La tentación nos lleva a conocernos a nosotros mismos y a conocer a Dios.
Percibimos que el hombre, el mundo no es lo que debería ser y la primera lectura nos aclara el por qué. El miércoles recibimos la ceniza que nos recuerda que nosotros, hijos de Adán, somos polvo y es el aliento, el Espíritu del Señor el que nos da la vida. Dios nos ama, nos lo da todos, pero nosotros, gracias a Dios, no somos Dios, somos limitados, somos criaturas.
Dios nos ha dado la libertad de aceptar o rechazar nuestra humanidad, nuestra limitación. Pero, cuando esta limitación nos duele, nos hace sufrir, aparece la tentación y el tentador es muy listo, sabe muy bien cómo hacernos dudar de Dios, hacernos dudar de su amor.
Como Jesús tú también has recibido el Bautismo, tú también eres “hijo de Dios”. ¿Te lo crees?Como Jesús el ser Hijo de Dios no te ahorra las tentaciones. Cuando sufres a causa de la precariedad, de la necesidad de la inseguridad (tentación del Pan), cuando sufres porque tu vida es un desastre, un fracaso, porque te sientes enfermo, viejo, fracasado, no apreciado ni querido (tentación del Templo) o cuando cambiarías tu fe por tener dinero, poder, recursos (tentación de los Ídolos) … ¿realmente soy hijo de Dios?, ¿de qué me sirve?:
Todos somos tentados, pero … ¿cuál es tu tentación principal hoy: la de la seguridad, la de la historia, la de los Ídolos? Mateo coloca la última tentación la de los Ídolos; no en vano había sido publicano y, por dinero, había sido capaz de traicionar a su propio pueblo y aliarse con los que lo oprimían y explotaban.
Pero el Evangelio es una Buena Noticia: Cristo ha vencido las tentaciones. Las ha vencido por ti y por mí, para que unidos a él, podamos resistir: no nos dejes caer en la tentación. No dice: no permitas que nos tienten, sino no nos dejes caer. El Señor no permite que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas, cuando es Él nuestra fuerza. Hemos cantado en el Salmo: “No me arrojes lejos de tu Espíritu” y “Afiánzame con Espíritu generoso”
Pero, por si hemos caído, por si caemos en la tentación, Pablo nos recuerda que no hay proporción entre la Gracia y el pecado, Cristo nos ofrece permanentemente el perdón de todos nuestros pecados: pasados, presentes y futuros. Dios no quiere que permanezcamos hundidos, en la culpa, en la tristeza. La mano de Dios está, en Cristo, continuamente extendida para levantarnos.
Confesemos esta victoria de Cristo, proclamando que creemos en el perdón de los pecados. Celebremos esta victoria de Cristo en Eucaristía, en acción de gracias.
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