Tiempo Ordinario (Impar) Jueves semana 05
Gn 2, 18-29
Sal 127
Mc 7, 24-30
“No es bueno que el hombre esté solo”. Dios ha creado el hombre para ser su Imagen y Dios es una comunión de personas; sólo en la comunión se es persona y sólo hay comunión cuando hay personas. En esa comunión está la realización del hombre según Dios y. por tanto la felicidad. iguales a ti, dotadas de inteligencia y voluntad.
Pero la comunión sólo se da entre iguales, entre personas dotadas de inteligencia y de voluntad. Los animales, siendo una muestra del poder creador de Dios y de su amor al hombre y estando al servicio del hombre, no son iguales al hombre, no pueden llenar esa soledad del hombre, a veces la patentizan más.
Aunque hay otras relaciones que apuntan a la comunión (hijos, de padres, de amigos), el modelo de la comunión es la comunión esponsal. El matrimonio es el sacramento de la fuente de la comunión que nos hace personas, que nos hace Imagen: la relación con la fuente del amor y la unidad, con las personas de la Trinidad.
El salmo cantaba la fecundidad de esta comunión esponsal con Dios. La dicha, la bienaventuranza, los frutos, los hijos.
Jesús en el Evangelio nos sorprende con su actitud inicial. No sólo parece que pasa de la mujer, de sus sufrimientos, sino que parece que hace acepción de personas (no eres de los “Míos”), hasta llegar a humillar a la mujer llamándola “perra”. No es lo que esperaríamos de quien es manso y humilde de corazón, y que quiere que todos los hombres se salven.
A veces podemos experimentar también nosotros que Cristo pasa de nosotros. Podemos pensar que Dios no se hace cargo de nuestros sufrimientos, que no nos escuche, que nos humilla… Lo que busca Dios es nuestra humildad; Dios sólo escucha a los humildes; la humildad es lo que ahuyenta al orgulloso y al padre del orgullo, al diablo. La mujer acepta ser humillada; el amor a su hija es más fuerte que su orgullo. Y esto no sólo salva a su hija, sino que es Evangelio para nosotros y para todos.



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