Domingo 11 - Tiempo Ordinario "A"




11 domingo T. Ordinario Ciclo A

 

Ex 19, 2-6s

Sal 99

Rm 9, 6-11

Mt 9, 36 – 10, 8

 

            El Evangelio nos recuerda hoy que ser cristiano es saberse conocido, amado y llamado personalmente, con su nombre propio. Llamados para compartir con Cristo, como éste comparte con el Padre, su amor y preocupación por todos los hombres, especialmente por los que están sufriendo, perdidos, como ovejas sin pastor.

            

            Para que este amor llegue a todos los hombres es necesario reconvocar y renovar al pueblo de la Alianza.  Por eso, el envío y la misión empieza por buscar “a las ovejas descarriadas de Israel”, evangelizar y convocar al resto que está llamado a llevar este amor eficaz de Dios a todos.

 

            Evangelizar a Israel, a los llamados a evangelizar, es invitarles a hacer memoria, como nos recordaba el libro del Éxodo. Necesitamos recordar la experiencia de Salvación (el Egipto del que nos rescata el Señor), es recordar la fidelidad del Señor a sus promesas, es recordar toda la providencia con la que nos acompaña por nuestro caminar en el desierto. Cómo sacia nuestra sed con el agua que brota de la Roca, cómo nos sacia con el Maná, cómo carga con nuestros pecados, nuestras murmuraciones, nuestras rebeldías.

 

            Evangelizar a las ovejas descarriadas de Israel, a nosotros, es llevarnos a renovar la alianza que el Señor ha hecho con nosotros. El Señor nos ha unido a Él, nos ha hecho suyos, ovejas de su rebaño, ha hecho de nosotros un reino de Reyes, Profetas y Sacerdotes y nos invita “hoy” a aceptar esa alianza, esa elección.

 

            Es querer vivir “hoy” de ese amor tan inmenso, tan sorprendente, ese amor gratuito del que nos habla la Epístola a los Corintios. Ese amor del que nada ni nadie nos podrá separar; ese amor que contiene la fuerza de la creación, de la curación, de la resurrección. Ese amor inmerecido que no se puede comprar ni vender.

 

            Si hemos gustado ese amor, diremos con el Salmo “Venid, gustad y ved que bueno es el Señor”. Desearemos que todos conozcan, vivan de este amor y para este amor y bendigan a su fuente: “Aclama al Señor, tierra entera” 

 

            La experiencia de este amor es el motor de la Evangelización, la que nos hace testigos, apóstoles.  ¿Qué hemos de hacer”. El señor nos lo dice en el Evangelio: “Rezad al amo de los sembrados que envíe operarios a su mies”. Rezar. Rezar, y sentirse enviados a servir. Siervos inútiles, pero que sirven con alegría. Servid al Señor con alegría.

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