Domingo 27 Tiempo Ordinario "A"
Is 5, 1-7
Sal 75
Flp 4, 6-3
Mt 21, 33-43
Tercer domingo en que la Palabra del Señor nos habla de la Viña. La primera lectura y el salmo de hoy nos mostraba el motivo: “la Viña del Señor es la Casa de Israel”. El Seños nos habla de su pueblo, de nosotros mismos para recordarnos quienes somos. "He aquí que nuestro Espejo es el Señor. Abrid los ojos y contemplaos en él. Aprended cuál es vuestra Imagen". Contemplarse en la Palabra, es contemplarse en Cristo.
El Evangelio nos recordaba hoy, como lo dice todavía más claramente Juan 15, que el Señor quiere que demos fruto. El Señor no quiere que lleguemos al final de nuestra vida con las manos vacías, después de una vida vacía, infecunda, estéril. El Señor quiere que demos fruto y nuestro fruto permanezca.
Pero no cualquier fruto (manzanas, peras, granadas) sino la uva de la que se extrae el vino para alzar la copa de la bendición, para vivir una Eucaristía en nuestras vidas. A la acción de gracias por los bienes recibidos, pero, sobre todo, por ser Dios quien es: Bondad Infinita, Amor Gratuito. Estamos llamados no a la amargura, a ser agrazones, a la insatisfacción de un permanente “si, pero...”. Sino a vivir y comunicar el Amor Gratuito que transforma la vida en una fiesta, en un Amen-un sí incondicional, en un Dayenú.
Todos los demás frutos que nos recordaba la Epístola a los Filipenses son consecuencia de gustar ese fruto. Que hermosos son los pies de los mensajeros de este vino. Que hermoso es trabajar en la Viña del Señor. Que gran amor nos tiene el Señor para llamarnos a ello.
Porque no sólo somos su Viña, somos jornaleros de esa Viña, Hijos del propietario de la Viña; somos también arrendatarios de esa Viña. Hoy el Señor nos recuerda que aún dentro de la Viña hay encargados de la Viña, de cuidarla, de regarla, de podarla, para que la Viña de frutos. En la viña hay carisma, y el Señor, como llamo en otros tiempos a otros carismas, ha elegido hoy a los que Él ha llamado al Camino, a un trabajo de renovación de su Iglesia para que esta pueda llevar el vino de la Salvación a los hombres de esta generación.
¿Como poder dar fruto y trabajar en la viña sirviendo al Señor con alegría? ¿Cómo ser buenos arrendatarios de la Viña? El Señor nos lo recuerda: Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Dejar que el Padre nos pode y enseñando a la viña a dejarse podar por el Señor, viviendo y anunciando la Cruz Gloriosa. Permaneciendo en Cristo, llevando a la Viña a unirse a Cristo para sea su savia, mi Espíritu, su Vida, la que circule en nosotros. Dejando que Él transforme nuestra agua en un vino nuevo, para poder ofrecerlo, como hacemos hoy, en una Eucaristía viva, en una vida eucarística.
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