"B" - Domingo 2 de Adviento


Is 40, 1-5.8-11

Sal 84

2 P 3, 8-14

Mc 1. 1-8

 

           Mientras Mateo y Lucas, en sus evangelios de la infancia de Jesús, nos muestran diversos personajes que encarnan el Adviento, Marcos centra exclusivamente la preparación de la Venida del Señor en la figura de Juan el Bautista. Como el mismo Jesús afirmará la figura de Juan es muy importante porque quien acoge a Juan el Bautista, podrá reconocer y acoger a Jesús, pero quien no lo escuche tampoco lo acogerá a él (Lucas 9, 24-28).

 

Pero también es importante conocerlo porque, si bien, a nivel espiritual íntimo, nuestro modelo, nuestro espejo, es el Señor, a nivel de misión nuestro modelo (como la de todo discípulo) es, más bien, Juan el Bautista. ¿Porque? Porque, sabiendo como él, que no somos el Mesías, que nosotros no salvamos a nadie ni a nosotros mismos pues también necesitamos un Salvador, hemos recibido el encargo de preparar los caminos, de dar testimonio de Cristo, de llevar a los hombres ante Cristo, no a nosotros.

 

Por eso es importante conocer el Adviento a través de Juan y en ello no nos ayuda una mala imagen que hemos recibido de él. En oposición a Cristo, manso y humilde de corazón, se ha presentado tantas veces a Juan como un moralista, malhumorado, exigente, un poco amargado y que regaña a diestra y siniestra; imagen quizás debida a los reproches que les hace a los fariseos, reproches que también hace Jesús con una crítica mucho más fuerte. Mal modelo sería ese. 

 

En cambio hemos olvidado notas esenciales que nos ayudan a entender la misión de Juan y la nuestra:

 

1.- En primer lugar su nombre: “Juan será su nombre” (insiste su padre Zacarías). Un nombre que significa: “Yahvé esta cercano”, “Yahvé se muestra propicio”, “Yahvé es compasivo”. Esta es la misión de Juan y del discípulo: anunciar esta cercanía misericordiosa de Dios, invitar a estar preparados para acogerla.

 

2.- Que ya desde el seno materno se llenó del Espíritu y salto de alegría. De esa alegría ante la cercanía del Señor. ¿Cómo se puede anunciar esa cercanía misericordiosa de Dios desde el malhumor y la exigencia? “Vivid alegres, el Señor está cerca y nos salvará”.

 

3.- Que Juan siente su misión profética identificándose con el mensaje de Isaías que hemos proclamado. “Una voz grita en el desierto: preparad el camino al Señor”.  Un mensaje de consuelo y de esperanza frente a las luchas y sufrimientos de la historia, un mensaje con una ternura inconmensurable hacia las ovejas que van a ser madres, hacia la oveja perdida, …

 

4.- Una llamada a la conversión que és posible porque se ha aceptado la Buena Noticia, la manifestación de la gracia.  Por eso, podemos compartir esa paciencia de Dios, vigilando y manteniéndonos firmes, mientras los ídolos caen y el mundo se derrumba y se consume, como nos anunciaba Pedro en su carta. En síntesis: “Animo, no temáis, porque el Señor viene a Salvarnos”.

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