B.- Domingo 4 Ordinario
Dt 18, 15-20 Sal 94 1 Co 7, 32-35 Mc 1, 21-28 Dice San Agustín que el corazón del hombre está inquieto hasta que no encuentra a Dios. El Salmo que hemos proclamado hoy y proclamamos cada día, afirma que para encontrar a Dios, y entrar en el descanso, el hombre necesita escuchar la voz de Dios, la Palabra de Dios. Dios nos habla cada día en la historia, pero… ¿cómo reconocer su voz entre tantas voces? ¿cómo entender lo que nos dice? La primera lectura nos recordaba que la Palabra de Dios nos llega siempre encarnada. Dios no nos habla nunca directamente, sino siempre a través de unos profetas que tienen la misión de abrir nuestros oídos con la Palabra para que podamos escuchar la voz del Señor en nuestra historia. Como el sordo a quien el Señor con su saliva abrió el oído, el profeta con su palabra cura nuestra sordera. ...