Bautismo del Señor "B"

 


Is 42, 1-4.6-7

Sal 28

Act 10, 34-38

Mc 1, 7-11

 

          Dice el Salmo 26: “Oigo en mi corazón: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré no me ocultes tú tu rostro”. Estamos en plena celebración de la Fiesta de la Epifanía, en el segundo de sus tres momentos: la adoración de los Magos, el Bautismo del Señor y las bodas de Caná.  Tres momentos, pero un mismo mensaje: Dios no nos oculta su rostro. En el rostro de Cristo brilla la gloria de Dios. “Abramos los ojos y contemplémonos en él”.

 

            En la fiesta de los Magos Dios se manifiesta como esa luz que guía la búsqueda del hombre.Esa luz, esa estrella, que se detiene en ese pesebre donde está el Niño en brazos de su Madre, Cristo en la Iglesia. En Caná se manifestará como el que tiene poder para transformar nuestra agua en vino nuevo, nuestra tristeza en alegría y fiesta.

 

            Hoy se nos manifiesta como el Hijo de Dios que viene a servir, no a ser servido. Una misma palabra en griego, “Uios”, significa Hijo y Siervo. Y, manifestándose así, nos recuerda que esa es nuestra vocación. Dios nos ha llamado, nos ha elegido, nos ha unido a Cristo en el Bautismo para, como hijos, sirvamos a Dios y al prójimo. Y, sirviendo así, podamos irradiar el conocimiento de la Gloria de Dios que está en el rostro de Cristo.

      

            Siervos inútiles, pero unidos a Cristo, como cuerpo suyo, podamos servir como él sirvió, tal como lo atestiguan las lecturas de la liturgia de hoy:  

-       Servir con la humildad de Cristo: Él, que no tenía pecado, se pone en la cola de los que piden a Juan el bautismo para perdón de los Pecados. “El que no conoció pecado, se hizo pecado”, para que nuestro pecado no nos separará de Él. Qué distinto a nuestro hombre viejo tan preocupado de la propia Imagen y que no aguanta ser acusado injustamente

-       Servir con mansedumbre de Cristo: Como el Siervo en la 1ª lectura; sin gritar, sin vociferar, sin romper la caña cascada, ni apagar el pábilo vacilante. Sin juzgar, sin condenar. Con una ternura y una misericordia enormes. 

-       Servir con el amor gratuito que se manifiesta en Cristo: Como nos recordaba la 2ª lectura. Allí donde nos ponga el Señor, pasar por la vida haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal. ¿Cómo cura Jesucristo? “El tomó sobre sí nuestros pecados y cargo con nuestras enfermedades… Sus cicatrices nos curaron”

 

Una misión maravillosa, un servicio que trae la salvación al mundo, pero que Cristo lo lleva a cabo, y nosotros podremos:

-       Porque tiene una experiencia fundamental en su bautismo: una voz sobre las aguas de la muerte, una voz más fuerte que la muerte (Salmo) que te habla a ti personalmente, no a Juan Bautista, o a los que asisten: “Este es mi Hijo muy amado”, sino en el Evangelio de Marcos a ti, para que lo creas de verdad. “Tú eres mi Hijo, mi Siervo”. Una voz que, incluso en la cruz, cuando todos le decían: “Si eres Hijo de Dios, baja de la Cruz”, será más fuerte, le hará recitar con el salmo 21: “Sí que tú me amas, sí que tú me quieres”

-       Y porqué la fuerza del Espíritu Santo, que aparece en las tres lecturas de esta celebración, es la que le acompaña permanentemente.

 

Sintiéndonos agraciados, renovemos con sinceridad las promesas de nuestro bautismo, aceptando Servir al Señor con alegría.

Comentarios

  1. Bendigo al Señor por este espíritu del siervo que llama a mi puerta, a mi historia para hacerme hija, sierva; y que yo tantas veces rechazo. Que Jesucristo encuentre lugar, reposo en mi corazón., Como el niño en el pesebre.
    Bendita también la Iglesia que como centinela no deja de anunciar esta luz.

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