Homilía de Sábado Santo


Homilía de Sábado Santo

 Queridos hermanos, ya sabéis lo mucho que me alegra cada año poder vivir esta celebración.  Así pues, permitirme seguir la tradición de daros una pequeña catequesis sobre el Sábado Santo.

Lo veo como un mandato del Señor, porque es verdad que toda nuestra vida, por nuestro bautismo, es aprender a ir muriendo con Cristo, aprender a estar sepultado con Cristo, para ir resucitando con Cristo, 

Pero, así como en la Palabra de Dios y en muchas Eucaristías se nos habla con abundancia de la Cruz, de morir con Jesucristo, y también de la vida de resurrección, de la vida nueva en Cristo, hay pocas veces en que nos hablen de estar sepultado con Cristo, de qué significa estar sepultado con Cristo.

Por eso es importante que al menos una vez al año, en este día, en esta celebración, en el Sábado Santo, lo recordemos; porque estar sepultado con Cristo es fundamental y es parte de la Buena Noticia, del Evangelio.

En el morir con Cristo, estar sepultado con Cristo y resucitar con Cristo, está la clave de nuestra felicidad, está la clave de nuestra realización, está la clave también de la misión a la que el Señor nos llama. Ya sabemos que el paso de la muerte a la vida, a la resurrección, no es automático. Esto conviene decirlo mucho. Hablar de la Pascua como de una cosa automática sería como un chiste. O sea, mueres e inmediatamente resucitas, mueres y resucitas, …. No es así. La vida no es automática.

La vida es un misterio y tiene sus tiempos, tiene sus momentos, por eso el morir y el resucitar no es automático. Entre la muerte y la resurrección, está la sepultura, está este tiempo, estos tres días, que ya los vivimos en el bautismo. Cuando hacemos los bautizos aquí en el Camino, en la Vigilia Pascual, como esta noche en la que viviremos el bautizo de estas dos niñas (un regalo del Señor), normalmente, por el miedo que tienen los padres, y el presbítero, los metemos en la pila bautismal y los sacamos inmediatamente

Pero en el bautizo de adultos era importante que, al menos en la última inmersión, el que se bautizaba estuviera un tiempo bajo el agua, un tiempo de eso que ahora se llama “apnea”, de aguantar la respiración debajo del agua, que es una experiencia profunda, hasta que ya no puedes más, sales y respiras el aire nuevo. Así, sacramentalmente experimentas lo que es estar sepultado con Cristo. 

También lo vemos en la historia de Noé. Es verdad que el diluvio es signo del bautismo en el que muere la humanidad vieja; pero no aparecen inmediatamente los cielos y la tierra nuevos. Hay un tiempo en que Noé permanece en el arca, el tiempo de la paciencia, lo llama la Escritura. Hay un tiempo en que Noé está en el arca, y va enviando pájaros para ver cuándo realmente aparece la vida nueva.

Pues bien, la sepultura es este tiempo, un tiempo en que, como hemos proclamado, Cristo baja los infiernos. A la entrada de los infiernos, como decía Dante, hay un letrero que dice “Dejad aquí toda esperanza, dejad fuera toda esperanza”. El que entra en el infierno, realmente deja a la puerta todos sus proyectos, todas sus ilusiones humanas; por eso en los laudes de hoy hay una opción a la primera lectura que hemos escuchado, que es del profeta Jeremías, cuando dice: “¿Qué puedo hacer si me falta la esperanza?”

Pues bien la buena noticia, es que si tú estás en ese momento, en una situación en que todo parece muerto, en que no tienes esperanza, Cristo baja a ti.

Pero si no estamos ahí, Cristo nos invita a bajar con Él a los infiernos. No podemos entender la profundidad del sufrimiento del hombre, no podemos entender su angustia, si no hemos tenido esta experiencia de bajar a un sitio donde parece que todas las ilusiones y todas las expectativas, todo desaparece. Pero allí está Cristo, hasta allí baja Jesucristo. 

El tiempo de la sepultura es también el tiempo de lo que se llama el “silencio de Dios”, o también la noche oscura del alma. Esto es importante, todos los santos lo han vivido y lo entienden. Ese momento en que parece que la palabra de Dios no te dice nada, en que no sientes en tu corazón, nada. Así lo pasaron los grandes santos; de ello habla mucho Santa Teresa de Calcuta. Un momento de mucho sufrimiento, pero un regalo maravilloso.

Hay una serie de experiencias que nos ayudan a vivir el estar sepultados con Cristo.  La primera: aprender a vivir ocultos con Cristo.

Estamos siempre volcados hacia el exterior. Tal vez para demostrar no sé qué, por la apariencia, la imagen, que al mundo le parece tan importante.

Pero dice la Escritura que hemos muerto con Cristo y nuestra vida está escondida con Cristo. Aprender que es estupendo vivir ocultos con Cristo. 

Otra palabra importante de la celebración de hoy: el regalo del silencio. “Hay un gran silencio”, empezaba la homilía del autor antiguo que hemos leído. El regalo del silencio. Estamos tan llenos de ruidos: pensamientos, cosas, proyectos, preocupaciones, … Para que haya silencio se necesita estar muerto, de alguna manera.

Por eso la sepultura es tan importante pues así experimentamos lo que es el silencio. Cuando yo era profesor de básica y tenía grupo excursionista con los alumnos, íbamos a las montañas, al llegar a la cima, les exhortaba allí a callar durante un par de minutos, para que pudieran escuchar el silencio, escuchar el silencio. No sé si lo habéis probado, vosotros también. Haced esta experiencia de silencio dentro de ti. 

Estar en la sepultura con Cristo es hacer experiencia de descanso. Lo repito porque es importantísimo. Estamos en el Sabbat. Y el Sabbat es el día del descanso. Lo hemos escuchado en la primera lectura, en la carta a los Hebreos

Es el descanso que todo el mundo busca, también nosotros, pero que se nos escapa. A veces, siempre lo digo, en las vacaciones volvemos más cansados de cuando nos fuimos. Necesitaríamos otras vacaciones para descansar. Y muchas veces… ¿cómo es que vamos a dormir y nos despertamos más cansados de lo que fuimos a dormir? En el fondo, porque no dejamos de trabajar, no descansamos. Hay un secreto. ¿Quién descansa? Todos los que están en el cementerio. Allí descansan, no hay agitación, no hay nada. Estar muertos con Cristo significa descansar. Descansar con Cristo.

Estar sepultados con Cristo es aprender a descansar con Cristo.

Pero, sobre todo, el tiempo del sepulcro es también el tiempo de la paciencia. ¿Qué es lo que nos fastidia? La impaciencia. ¿Qué es lo que fastidia la obra del Señor? La impaciencia. ¿Qué es lo que permite que la gente se sienta bien? Que la tierra dé sus frutos y para ello se necesita paciencia. Siempre pongo el ejemplo de los niños que hacen este experimento en clase, de poner una semilla y esperar allí a ver cómo crece y cómo aparece la planta. Pero ya pueden estar allí mirando la semillita y echarle agua y más agua y más agua. El brotar lleva su tiempo, paciencia.

En cristiano la paciencia es la capacidad de sufrir por esperar. La capacidad de sufrir por esperar. El gran mensaje del sepulcro, otro regalo del Señor, son esas dos virtudes: la esperanza y el poder sufrir por esperar. Y por eso yo lo pido y os invito a pedirlo siempre que nos dé la paciencia que es necesaria para poder estar sepultados con Cristo.

La sepultura es también es el tiempo del revestimiento. Para la vigilia pascual, los hermanos que han acabado el camino se revisten con la vestidura blanca. Y todos los demás, dentro de un rato también nos iremos a casa y nos pondremos guapos. Pero es el tiempo de dejar que el Señor nos revista. Lo que hace el Señor en este tiempo oculto, es despojarnos para revestirnos de Jesucristo.

La sepultura, y acabamos aquí, es el tiempo, sobre todo, de la fe. Por eso es el tiempo de María. Me gusta recordaros que no aparece en los evangelios que Jesús se apareciera a María. Pero es que no hacía falta. Jesús se aparece a los que necesitan reforzar su fe, entrar en la fe, María no lo necesita. Mientras los demás están llorando, con las puertas bien cerradas y con miedo, María prepara una fiesta. 

¿Qué es lo más importante esta mañana? ¿Qué vamos a hacer ahora?  Dicen los catalanes, “fer dissabte”, pues ahora nosotros,” farem dissabte”. Nos pondremos, pues, a lavar, a fregar el templo, las alfombras, etc.… para que realmente nuestra casa esté brillante para la Pascua.

Por eso vivimos con esta fe, compartimos esta fe de María en este día del sábado; todo sábado es el día de María, pero especialmente este Sábado Santo que es riquísimo en significado, que es estupendo. Le pido al Señor que nos permita entrar cada vez más profundamente en este misterio qué significa estar sepultados con Cristo.

Muertos con Cristo, sepultados con Cristo, para resucitar con Cristo.

Comentarios

  1. Gràcies a tu, ha estat i continua sent una gran descoberta el Dissabte Sant! gràcies de nou!

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