Domingo 4 de Pascua "B"
Act 4, 8-12
Salm 117
1 Jn 3, 1-2
Jn 10, 11-18
La lectura de los Hechos de los Apóstoles viene a recordarnos hoy que la Pascua es el tiempo de vivir y testimoniar.
. – De testimoniar, ante todo nuestra experiencia de haber buscado la Vida allá donde no se hallaba y de haber obviado o rechazado al Autor de la Vida, a la piedra angular de la existencia.
. – De vivir y testimoniar la misericordia del Señor que ha salido en nuestro encuentro en ese olvido o rechazo.
. – De vivir y testimoniar que lo que ha proclamado Pedro es verdad: que no hay salvación en ningún otro. Que Cristo es el único Mesías, el único Salvador.
De vivir y testimoniar que nadie nos conoce y nos ama como el que es nuestro Buen Pastor.
. – El único que conoce el camino que va de la muerte a la Vida (nosotros sólo conocemos el que va de la Vida a la muerte).
. – El único que conoce el camino que va de la esclavitud a la Ley y al Pecado a la libertad del amor y de la Gracia.
De Vivir y testimoniar que del costado, del corazón de este Pastor que da la Vida por sus ovejas, han surgido los sacramentos de la Vida:
. – De las aguas de la Vida en las que podemos ser sumergidos para que nos regeneren como Hijos de Dios.
. – De la unción con el oleo perfumado que nos llena de los dones del Espíritu.
. – De preparar una mesa para alimentarnos con el Pan de su Palabra y su propio Cuerpo y Sangre ante nuestros enemigos.
De vivir y testimoniar unas promesas que nos abren a una esperanza enorme:
. – Unas promesas que sabemos ciertas porque tenemos experiencia de que su fidelidad es eterna.
. – Unas promesas que ni ojo vio ni oído oyó ni la mente humana puede concebir.
.- Unas promesas de las que tenemos un aperitivo en la comunión con Dios y con los hermanos que vivimos en la Eucaristía.
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