Bautismo del Señor "C"
Is 42, 1-4.6-7
Sal 28
Act 10, 34-38
Lc 3, 15-16.21-22
Esta fiesta que celebramos hoy me recuerda algo que mi madre nos enseñaba a mí y a mis hermanos cuando éramos pequeños. Nos decía: cuando alguien te pregunte cómo te llamas, tú responde: Juan, para servirle a Dios y a usted.
¿Para qué viene Jesús al mundo? ¿Para qué viene al mundo un hijo de Dios? El bautismo es el lugar dónde se manifiesta la misión De Jesucristo, el lugar donde se manifiesta la misión de todo Cristiano: la de servir, siendo hijos, no esclavos; la de ser hijos que viven su filiación como un servicio, no como un privilegio.
La palabra griega “Uios” significa a la vez hijo y siervo. Por eso la voz que se oye desde el cielo dice a la vez: Tú eres mi hijo muy amado, Tú eres mi siervo elegido.
Amado y elegido, dos palabras fundamentales en la lectura de Isaías: Te he llamado en mi justicia (con la justicia de la Cruz), te he cogido de la mano (como un Padre coge a un niño para enseñarle andar), te formé (a través de un camino de iniciación de formación)
La primera y la segunda lectura nos revelan parte de ese servicio de esa misión. Ser luz para los que viven en la oscuridad, dar la libertad A los que viven esclavizados, pasar por la vida haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal.
El salmo, en consonancia con el Evangelio, muestra la importancia de esa voz que suena sobre las aguas, de la Paloma y de la Paz. Una evocación del diluvio universal en que la humanidad vieja muere y nace una humanidad nueva. Cristo inicia esa humanidad nueva, pues toda la creación está expectante esperando la manifestación de los hijos de Dios.
A diferencia de otros evangelistas en que la voz la oyen los testigos o Juan: este es mi hijo mi siervo, en Lucas esta voz la oye Jesucristo. No basta con que nos lo digan nuestros padres, ni el presbítero, ni los catequistas. Lo fundamental es que cada uno oiga en su corazón esta voz y la crea firmemente. Es importante de cara a las tentaciones que sufre un hijo de Dios. El diablo siempre te dirá: ¿De qué te sirve ser hijo de Dios? Mira tu vida, mira tu Cruz. ¿Dónde está el amor de tu Padre? Que nunca se apague esta voz en nosotros y que nos sostenga en la hora del combate.
Renovemos hoy nuestro bautismo haciendo eucaristía dando gracias a Dios por su elección, por contar con nosotros siervos inútiles, por unirnos tan estrechamente a Jesucristo y a su cuerpo a la iglesia.
Hoy doy gracias a Dios por mi bautismo que me incorporó a la Iglesia sin ser consciente, un 6 de octubre, solo dos días después de mi nacimiento. Doy gracias por este camino de redescubrimiento del bautismo que me está haciendo crecer como hija, unida a la Iglesia. Y por el don de Cristo que en su misericordia no deja de hacer pascua conmigo. Que en su gracia nos regale siempre a todos el poder servir
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