Domingo 17 Tiempo Ordinario "C"
Gen 18, 20-32
Sal 137
Col 2, 12-14 .
Lc 11, 1-13
La Palabra de este domingo es clara: una exhortación a que oremos insistentemente. El domingo pasado se nos invitaba a acoger al Señor como Abraham, como Marta y María. Este domingo nos recuerda que acoger al Señor es dialogar con Él, conversar con Él.
Si ya sabemos de sobras lo importante que es la oración... ¿Por qué la necesidad de recordárnoslo? Porque el Señor sabe que cada día nos vemos tentados a dejar la oración.
Cada día nuestro enemigo nos lanza esas flechas envenenadas, esas preguntas que meten la duda en nuestro interior, especialmente en la oración de petición ¿Por qué rezar? ¿De qué sirve rezar?
Y el enemigo, que es muy inteligente, nos da razones para justificar la inutilidad de la oración de petición.
- Dios ya lo sabe todo. Incluso antes que nosotros mismos, ya conoce todos nuestros anhelos y sufrimientos. Lo dice el mismo Jesús en el Sermón de la Montaña invitándonos a no cansar a Dios con palabrería.
- La historia no se puede cambiar. Por mucho que lo quieras o lo intentes, se hará siempre la voluntad de Dios. Lo que ha de suceder, sucederá.
- Dios muchas veces parece que no escucha, que está sordo o dormido. Cuantas veces le hemos pedido algo, y nada….
La Primera lectura nos muestra cómo Abraham habla con Dios como con un amigo. No en vano a Abraham se le llama “El Jalil”, el amigo de Dios. Abrir el corazón a Dios como lo harías con un amigo. A lo mejor el amigo, que te conoce, ya sabe lo que te preocupa antes de que se lo digas. Pero. compartir lo que hay en tu corazón hace crecer la amistad.
Además, la petición de Abraham es una petición de intercesión como lo es la del amigo inoportuno del Evangelio.Tenemos experiencia de que cuando pedimos algo egoísticamente, para nosotros, tal vez no lo conseguimos; pero cuando rezamos, en comunidad, por un hermano o hermanos que lo necesitan, que están en grave prueba o sufrimiento, Dios responde y actúa. Pero, si le pedimos cosas buenas, el Espíritu… ¿porqué tarda en responder? Para ver hasta que punto nos interesa lo que pedimos.
Necesitamos rezar para poder vivir lo que proclamábamos en la 2ª lectura. Para poder entrar en la muerte con Cristo, para poder vivir sepultados con Él, y para poder resucitar con Él. Para vivir unidos profundamente a Él.
La oración puede que no cambie la historia, pero si nos cambia a nosotros y a nuestra manera de ver la Historia.Necesitamos rezar para creer en el amor de Dios, para entrar en su voluntad, para poder entender y perdonar, para pedir que no seamos tentados por encima de nuestras fuerzas, para que no dudemos nunca de su amor.
El salmo nos recordaba que la oración es el camino hacia la humildad y en ella se encuentra el descanso. Rezar a Dios nos recuerda que no somos Dios, que somos unas pobres criaturas llenas de debilidades y necesidades, criaturas hambrientas y sedientas Que necesitamos el Pan de su Palabra, el Pan de la Eucaristía y el Vino de su Espíritu.
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